Y esa noche el Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No tengas miedo, porque yo estoy contigo. Te bendeciré y te daré muchos descendientes por causa de mi siervo Abraham”.
Entonces vio al Señor que estaba en pie sobre él, y que dijo: “Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham, y el Dios de Isaac. Yo te doy a ti y a tus descendientes la tierra en la que estás acostado ahora.
¡Escucha! Yo estoy contigo y te cuidaré dondequiera que vayas. Yo te traeré de regreso a esta tierra. No te abandonaré, porque voy a hacer lo que te prometí”.
Yo soy el Dios de Betel, donde echaste el aceite de oliva sobre el pilar de piedra y me hiciste una promesa solemne. Ahora prepárate para salir de esta tierra, y devuélvete a la tierra de tus padres’”.
Podría castigarte, pero el Dios de tu padre me habló anoche y me dijo: ‘Cuidado con lo que le dices a Jacob. No intentes persuadirlo para que vuelva, ni tampoco lo amenaces’.
Si no fuera por el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el increíble Dios de Isaac, quien me cuidó, me habrías despedido sin nada. Pero Dios vio mi sufrimiento, lo duro que trabajé y te condenó anoche”.
Que el Dios de Abraham y el Dios de Nacor, el Dios de nuestros antepasados, sea el que juzgue entre nosotros cualquier disputa”. Jacob, a su vez, hizo la solemne promesa en nombre de maravilloso Dios de su padre Isaac.
Entonces Jacob oró: “¡Dios de mi abuelo Abraham, Dios de mi padre Isaac! Señor, tú fuiste quien me dijo: ‘Vuelve a tu país y a la casa de tu familia, y te trataré bien’
Bendijo a José, diciendo: “Que el Dios que mi abuelo Abraham y mi padre adoraron, el Dios que me ha cuidado como un pastor a lo largo de mi vida hasta ahora,
‘Esto es lo que debes decirle a José: Perdona a tus hermanos sus pecados, las cosas malas que te hicieron, tratándote de una manera tan desagradable’. Ahora, por favor, perdona nuestros pecados, nosotros que somos siervos del Dios de tu padre”. Cuando José recibió el mensaje, lloró.
¡No tengan miedo, porque yo estoy con ustedes! No tengan miedo, porque yo, su Dios, los haré fuertes, y ciertamente los ayudaré. Los apoyaré con mi mano fuerte, actuando a favor de lo que es justo.