Y siguió diciéndole: “Escucha, ahora estás embarazada y tendrás un hijo. Le pondrás por nombre Ismael, porque el Señor ha escuchado cuánto has sufrido.
Si no fuera por el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el increíble Dios de Isaac, quien me cuidó, me habrías despedido sin nada. Pero Dios vio mi sufrimiento, lo duro que trabajé y te condenó anoche”.
Durante el tiempo que vivió allí, Rubén fue y se acostó con Bilhá, la concubina de su padre, e Israel se enteró de ello. Estos fueron los doce hijos de Jacob:
En el camino, se detuvieron para pasar la noche y uno de ellos abrió su saco para darle algo de comer a su asno y vio su dinero allí en la parte superior del saco.
Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel. (Aunque era el primogénito, su primogenitura fue entregada a los hijos de José hijo de Israel porque había profanado el lecho de su padre. Por eso Rubén no figura en la genealogía según la primogenitura,
“Soyplenamente consciente de la miseria de mi pueblo en Egipto”, le dijo el Señor. “Los he escuchado gemir por culpa de sus capataces. Sé cuánto están sufriendo.
Los israelitas estaban convencidos. Cuando oyeron que el Señor había venido a ellos, y que había sido tocado por su sufrimiento, inclinaron sus cabezas y adoraron.
Clamamos al Señor, el Dios de nuestros antepasados, y el Señor nos respondió al ver cuánto estábamos sufriendo, obligados a trabajar tan duro con tanta crueldad.
Allí hizo un voto, pidiendo: “Señor Todopoderoso, si tan sólo te fijas en el sufrimiento de tu sierva y te acuerdas de mí, y no me olvidas, sino que me das un hijo, lo dedicaré al Señor durante toda su vida, y ninguna navaja de afeitar tocará su cabeza”.