Cuando Mardoqueo se enteró de todo lo que había sucedido, rasgó sus ropas y se vistió de saco y ceniza, y recorrió la ciudad llorando y lamentándose de dolor.
Recuerden que incluso quiso recibir la bendición después que le fue negada. Y aunque lo intentó, y lloró amargamente, no pudo cambiar lo que había hecho.