Pidieron una bendición sobre ella diciendo: “Nuestra querida hermana, que seas la madre de miles de descendientes, y que tus hijos conquisten a sus enemigos”.
Raquel había puesto los ídolos de la casa en una alforja de camello y estaba sentada en ella. Labán buscó cuidadosamente en toda la tienda pero no los encontró.
Escribió en nombre del rey Jerjes y las selló con el anillo del rey. Envió las cartas por medio de un mensajero a caballo, que montaba veloces caballos de pura sangre del rey.
Por orden del rey, los mensajeros montados en los caballos de relevo del rey salieron a toda prisa. El decreto se emitió también en la fortaleza de Susa.
“Están ocupados repartiendo el botín y asignando una o dos jóvenes para cada hombre. Dentro del botín seguro habrá ropas de colores para Sísara; en el botín habrá ropas de colores bellamente bordadas; un botín de ropas de doble bordado que llegan hasta el cuello”.