Entonces Sara fue donde Abraham y le dijo: “Tienes que deshacerte de esa mujer esclava y de su hijo! ¡Un hijo de esa esclava no será coheredero con mi hijo Isaac!”
Su confianza en Dios no se debilitó aun cuando creía que su cuerpo ya estaba prácticamente muerto (tenía casi cien años de edad), y sabía que Sara estaba muy vieja para tener hijos.