Entonces Labánmandó a traer alimentos. Pero el hombre le dijo: “No voy a comer hasta que les haya dicho por qué estoy aquí”. “Por favor, explícanos”, le respondió Labán.
Así que el hombre se fue con él a su casa. Labán descargó los camellos y les dio paja y comida. También trajo agua para que el hombre lavara sus pies, y también para los hombres que venían con él.
Pero los que beban del agua que yo doy, no volverán a tener sed de nuevo. El agua que yo doy se convierte en una fuente de agua rebosante dentro de ellos, dándoles vida eterna”.
Los esclavos que tienen amos cristianos no deben irrespetarlos porque son hermanos. Por el contrario, deberían servirles aún mejor, porque los que se están beneficiando de su servicio son hermanos creyentes a quienes deben amar. Enséñales a las personas estas instrucciones, y anímalas a seguirlas.