“Yo soy un extranjero, un extraño que vive entre ustedes”, les dijo. “Por favor, permítanme comprar un lugar de sepultura para que pueda sepultar a mi difunta esposa”.
Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, cerca de Mamré, en el campo que antes había pertenecido a Efrón, hijo de Zojar, el hitita.
Llevaron su cuerpo a Canaán y lo enterraron en la cueva de Macpela, en el campo cerca de Mamre, el cual Abraham le había comprado a Efrón el hitita como lugar de sepultura.
mi padre me hizo hacer un juramento, diciéndome: ‘Debes enterrarme en la tumba que he preparado para mí en Canaán’. Por favor, permíteme ir a enterrar a mi padre y luego volveré”.
“No, insisto en pagarte por ello”, respondió el rey. “No presentaré al Señor, mi Dios, holocaustos que no me han costado nada”. David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.