He oído las burlas de los moabitas y los escarnios desdeñosos de los amonitas que han insultado a mi pueblo y que han enviado amenazas contra su territorio.
¡Qué desastre enfrentas, Moab! ¡Vais a morir todos, pueblo de Quemos! Entregaste a tus hijos como exiliados y a tus hijas como prisioneras a Sehón, rey de los amorreos.
Sin embargo, cuando entres en territorio amonita, no les causes problemas ni luches con ellos, porque no les daré a ustedes ninguna tierra amonita, pues se la he dado a los descendientes de Lot y les pertenece”.
Entonces el Señor me dijo: “No causes problemas a los moabitas ni los combatas, porque no te voy a dar nada de su tierra, porque he dado Ar a los descendientes de Lot y les pertenece”.
También he adquirido como esposa a Rut la moabita, viuda de Mahlón. Al tener hijos que puedan heredar sus bienes, su nombre se mantendrá vivo en su familia y en su ciudad natal. Ustedes son testigos de esto hoy”.
Después de que Saúl aseguró su dominio sobre Israel, luchó contra todos sus enemigos de alrededor: Moabitas, amonitas, edomitas, los reyes de Soba y los filisteos. En cualquier dirección que tomara, los derrotaba a todos.