¿Entonces qué ha pasado con su gratitud? ¡Déjenme decirles que en ese tiempo, si ustedes hubieran podido sacarse los ojos para dármelos a mí, de seguro lo habrían hecho!
Las semillas que caen en las rocas son aquellos que oyen y reciben el mensaje con alegría pero no tienen raíces. Creen por un tiempo pero cuando llegan momentos difíciles se rinden.
¡Que el Dios de esperanza los llene por completo de todo gozo y paz, como sus creyentes, a fin de que puedan rebosar de esperanza por el poder del Espíritu Santo!
Porque es por medio de Jesús, y por nuestra fe en él, que hemos recibido acceso a esta posición de gracia en la que estamos, esperando con alegría y confianza que podamos participar de la gloria de Dios.
De modo que a través de Cristo Jesús la bendición de Abraham pudo llegar también a los extranjeros, y nosotros pudimos recibir la promesa del Espíritu por nuestra fe en Dios.
Y aunque mi enfermedad fue muy incómoda para ustedes, no me rechazaron ni me despreciaron, sino que de hecho, me trataron como a un ángel de Dios, como a Jesucristo mismo.
Nuestro amor era tan grande que nos deleitamos en compartir con ustedes no solo la buena noticia de Dios, sino que además nos entregamos nosotros mismos, porque se volvieron muy amados para nosotros.