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Referencias Cruzadas

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Gálatas 2:20

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He sido justificado con Cristo, de modo que ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí. La vida que ahora vivo en este cuerpo, la vivo confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó por mí.

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65 Referencias Cruzadas  

Mi amor es mío, y yo soy la que él desea.

De la misma manera, el Hijo del hombre no vino a que le sirvan, sino a servir, y a dar su vida como rescate para muchos”.

El tentador vino y le dijo: “Si realmente eres el hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan”.

“¡Rabí, tu eres el Hijo de Dios, el rey de Israel!” exclamó Natanael.

Yo soy el buen pastor. El buen pastor entrega su vida por sus ovejas.

No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.

Oro para que todos puedan ser uno, así como tú, Padre, vives en mí y yo vivo en ti, para que ellos también puedan vivir en nosotros a fin de que el mundo crea que tú me enviaste.

“Porque Dios amó al mundo, y lo hizo de esta manera: entregó a su único Hijo, a fin de que todos los que crean en él no mueran, sino que tengan vida eterna.

El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos.

Tal como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, de igual modo, todo aquel que se alimenta de mi vivirá por mí.

Nosotros creemos en ti y estamos convencidos de que eres el Santo de Dios”.

A medida que continuaban el camino, llegaron a un lugar donde había agua. Entonces el eunuco dijo: “Mira, aquí hay agua, ¿por qué no me bautizas?”

Entonces comenzó de inmediato a predicar en las sinagogas, diciendo: “Jesús es el Hijo de Dios”.

Porque en la buena noticia Dios se revela como bueno y justo, fiel desde el principio hasta el fin. Tal como lo dice la Escritura: “Los que son justos viven por la fe en él”.

Ninguno de nosotros vive para sí mismo, o muere para sí mismo.

Este carácter recto de Dios viene a todo aquél que cree en Jesucristo, aquellos que ponen su confianza en él. No importa quienes seamos:

Jesús fue entregado a la muerte por causa de nuestros pecados, y fue levantado a la vida para justificarnos.

Porque es por medio de Jesús, y por nuestra fe en él, que hemos recibido acceso a esta posición de gracia en la que estamos, esperando con alegría y confianza que podamos participar de la gloria de Dios.

Cuando estábamos completamente indefensos, en ese momento justo, Cristo murió por nosotros los impíos.

Pero Dios demuestra su amor en que Cristo murió por nosotros aunque todavía éramos pecadores.

y no usen ninguna parte de su cuerpo como herramientas de pecado para el mal. Por el contrario, conságrense a Dios como quienes han sido traídos de vuelta a la vida, y usen todas las partes de su cuerpo como herramientas para hacer el bien para Dios.

Y como morimos con Cristo, tenemos la confianza de que también viviremos con él,

Sin embargo, si Cristo está en ustedes, aunque su cuerpo vaya a morir por causa del pecado, el Espíritu les da vida porque ahora ustedes están justificados delante de Dios.

No. En todas las cosas que nos suceden somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó.

¡Pero todo el que se une al Señor es uno con él en espíritu!

El propósito de esto no es dictarles la manera en que deben relacionarse con Dios, sino porque queremos ayudarlos a tener una experiencia de gozo, porque es a través de la fe en Dios que permanecemos firmes.

Aunque vivimos en este mundo, no peleamos como el mundo.

Esto es tan cierto como la verdad de que Cristo está en mí: ¡No hay nadie en toda Acaya que me impida jactarme de esto!

puesto que están demandando una prueba de que Dios está hablando a través de mí. Él no es débil para tratarlos; más bien obra con poder en medio de ustedes.

Examínense ustedes mismos y vean si están confiando en Dios. Pónganse a prueba. ¿No se dan cuenta de que Jesucristo está en ustedes? A menos que hayan fallado en la prueba…

El amor de Cristo nos obliga, porque estamos completamente seguros de que él murió por todos y así todos murieron.

Cristo murió por todos para que ya no vivieran para sí mismos, sino para él, quien murió y resucitó para ellos.

(Pues vivimos por la fe en el Señor, y no por vista).

Jesús se entregó a sí mismo por nuestros pecados para liberarnos de este mundo actual de maldad, siguiendo la voluntad de nuestro Dios y Padre.

pero sabemos que nadie es justificado por hacer lo que la ley exige, sino solo por la fe en Jesucristo. Nosotros hemos confiado en Cristo Jesús a fin de que pudiéramos ser justificados al poner nuestra confianza en Cristo, y no por hacer lo que la ley dice, porque nadie es justificado por la observación de los requisitos de la ley”.

Está claro que nadie es justificado delante de Dios por el intento de guardar la ley, porque “los justos vivirán por su fe en Dios”.

Los que pertenecen a Cristo han clavado en la cruz su naturaleza humana pecaminosa, junto con todas sus pasiones y deseos pecaminosos.

Ojalá yo nunca me jacte de nada, excepto en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Por medio de esta cruz, el mundo ha sido crucificado para mí, y yo he sido crucificado en lo que tiene que ver con el mundo.

Que Cristo viva en sus corazones a medida que confían en él, a fin de que sembrados profundamente en amor

Vivan en amor, como Cristo los amó. Él se entregó por nosotros, y fue un don y ofrenda de sacrificio para Dios como un perfume con dulce aroma.

Esposos, amen a sus esposas de la misma manera que Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella.

En lo que a mí concierne, el vivir es para Cristo, el morir trae consigo ganancia.

¡Todo lo puedo en Cristo, porque él me fortalece!

Dios quiso darles a conocer la gloriosa riqueza de este misterio a las naciones: ¡Cristo viviendo en ustedes es la gloriosa esperanza!

mientras aguardan la venida de su Hijo, Jesús, al que Dios levantó de los muertos, y quien nos salvará del juicio que está por venir.

Él es quien murió por nosotros para que, ya sea que vivamos o muramos, podamos vivir con él.

Pues él se entregó a sí mismo por nosotros, para podernos libertar de toda nuestra maldad, y para limpiarnos para él, como un pueblo que le pertenece, y que está dispuesto a hacer el bien.

Como es responsabilidad de todo sumo sacerdote ofrecer dones y sacrificios, este sumo sacerdote también tiene algo que ofrecer.

Ustedes lo aman aunque nunca lo han visto. Aunque no pueden verlo ahora, creen en él y están llenos de una felicidad maravillosa e indescriptible.

Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, entonces somos amigos unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado.

Porque somos testigos de lo que hemos visto y testificamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.

También sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha ayudado a entender, para que podamos reconocer al que es verdadero. Vivimos en él, que es verdadero, en su Hijo Jesucristo. Él es el verdadero Dios, y es vida eterna.

y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el gobernante de los reyes de la tierra. A Jesús, quien nos ama y nos libertó de nuestros pecados por medio de su sangre,

Mira, yo estoy tocando a la puerta. Si alguno oye mi llamado y abre la puerta, entraré y comeré con él, y él conmigo.




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