pues somos nosotros quienes estamos realmente circuncidados, adorando por el Espíritu de Dios, poniendo nuestra confianza en Cristo Jesús. No tenemos nuestra fe puesta en las capacidades humanas,
Dedíquense al Señor; comprométanse totalmente con él, pueblo de Judá y Jerusalén. De lo contrario, mi ira arderá como el fuego, ardiendo con tanta fuerza que nadie podrá apagarla a causa del mal que has hecho.
Egipto, Judá, Edom, Amón, Moab y todos los pueblos del desierto que se cortan el pelo a los lados de la cabeza: todas estas naciones son incircuncisas, y todos los israelitas son incircuncisos espirituales.
Me siento honrado por las naciones desde el extremo más oriental, hasta el extremo más oriental. En todas partes la gente me trae ofrendas de incienso y sacrificios puros. Soy honrado entre las naciones, dice el Señor Todopoderoso.
Siempre estoy orando por ustedes, tal como Dios mismo puede confirmarlo, el Dios al cual sirvo con todo mi corazón al compartir la buena noticia de su Hijo.
Pero ahora hemos sido libertados de la ley, y hemos muerto a lo que nos encadenaba, a fin de que podamos servir de un nuevo modo, en el Espíritu, y no a la manera de la antigua letra de la ley.
No se les ha dado un espíritu de esclavitud ni de temor una vez más. No, lo que recibieron fue el espíritu que los convierte en hijos, para que estén dentro de la familia de Dios. Ahora podemos decir a viva voz: “¡Dios es nuestro Padre!”
Esta carta viene de parte de Pablo y de Timoteo, siervos de Jesucristo, para todo el pueblo de Dios en Cristo Jesús que vive en Filipo y a los líderes y sus asistentes.
Ustedes fueron “circuncidados” en él, pero no con manos humanas. Han sido liberados de la naturaleza humana por la “circuncisión” que Cristo llevó a cabo.