“Toma unos cuantos cabellos y mételos en el dobladillo de tu ropa.
Pero el comandante de la guardia permitió que los pobres que habían quedado en el campo se quedaran cuidando las viñas y los campos.
Pero dejó en la tierra de Judá a algunos de los más pobres que no tenían ninguna propiedad. Les dio viñedos y campos en ese momento.
Así que Jeremías se dirigió a Gedalías hijo de Ahicam, en Mizpa, y se quedó con él con la gente que aún quedaba en el país.
Pero Nabuzaradán permitió que otros de los pobres que habían quedado en el campo se quedaran cuidando las viñas y los campos.
Una vez terminados los días de asedio, quema un tercio del cabello dentro de la ciudad; acuchilla a otro tercio con una espada alrededor de la ciudad; y dispersa otro tercio en el viento. Soltaré una espada detrás de ellos para perseguirlos.
Toma algunos de ellos y arrójalos al fuego para quemarlos. Un fuego se extenderá desde allí para quemar a todos en Israel.
Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que llevan a la vida, y solo unos pocos lo encuentran.
“Si ya es difícil salvarse para los que son justos, ¿qué será de los pecadores que aborrecen a Dios?”