Abrí la boca y me dio el rollo para que lo comiera.
Tomé la copa que el Señor me entregó e hice beber de ella a todas las naciones que me envió:
Así que profetiza contra ellos. Profetiza, hijo de hombre”.
“Hijo de hombre”, me dijo, “come y sáciate con este rollo que te doy”. Así que comí el pergamino, y me supo dulce como la miel.
“Claramente, Rey Agripa, no podía desobedecer esta visión del cielo.