y cada una de sus alas tocaba las del de al lado. Cuando se movían, no giraban; todas se movían en una sola dirección.
Podían moverse en cualquier dirección sin girar al hacerlo.
Los querubines podían ir en cualquier dirección que miraran, moviéndose sin girar.
Sus rostros se parecían a los que yo había visto junto al río Quebar. Cada uno de ellos se movía directamente hacia adelante.
Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús decidió con determinación ir a Jerusalén.
Pero Jesús le dijo: “Ninguna persona que ha empezado a labrar y mira hacia atrás está apto para el reino de Dios”.
Hermanos y hermanas, les ruego en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que estén en armonía y no divididos. Por el contrario, desarrollen una conducta y propósito de estar unidos.