Llevaremos los primogénitos de nuestros hijos y de nuestro ganado y de nuestras manadas y rebaños al Templo de nuestro Dios, a los sacerdotes que allí ejercen su ministerio, como lo exige la Ley.
Lo mejor de todas las primicias y de todas sus ofrendas es para los sacerdotes. El primer pan que hornees se lo darás al sacerdote, para que tu casa sea bendecida.