El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi Salvador. Él es mi Dios, la roca que me protege. Me cuida del peligro. Su poder es como un escudo, y me mantiene a salvo.
les daré, en mi casa y dentro de mis muros, un lugar para recordarlos y una reputación mejor que la de los hijos e hijas. Les daré una reputación eterna que nunca se desvanecerá.
“Esto es lo que el Señor Todopoderoso dice: Si sigues mis caminos y observas mis mandamientos, tú gobernarás mi Templo y sus atrios. Yo te dejaré caminar en medio de los que están aquí en pie.
Pero deben quedarse aquí conmigo para que les dé todos los mandamientos y reglas que deben enseñarles a seguir en el país que les estoy dando para que lo tomen y lo posean”.
Cuando llegue a una de estas ciudades, expondrá su caso a los ancianos a las puertas de la ciudad. Ellos deberán permitirle la entrada, y también le prepararán un lugar para alojarse.