El sacerdote Sadoc tomó el cuerno que contenía aceite de oliva de la Tienda y ungió a Salomón. Luego tocaron la trompeta, y todo el pueblo gritó: “¡Viva el rey Salomón!”.
A otros se les asignaba la tarea de cuidar el mobiliario y el equipo utilizado en el santuario, así como la harina especial, el vino, el aceite de oliva, el incienso y las especias.
Tus mantos son perfumados con aloe, mirra y casia; te hace feliz la música que es tocada en instrumentos de cuerda en hermosos palacios decorados con marfil.
Me encanta cómo hueles con los aceites perfumados que utilizas. Tienes un gran renombre—se extiende como el aceite perfumado derramado. No es de extrañar que todas las jóvenes te adoren.
No has usado tu dinero para comprar cálamo aromático; no me has complacido con la grasa de tus sacrificios. En cambio, me has cargado con tus pecados y me has cansado con tus culpas.
“Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, supervisará la obtención del aceite de oliva para las lámparas, el incienso aromático, la ofrenda de grano diaria y el aceite de la unción. Estará a cargo de todo el Tabernáculo y todo lo que hay en él, todas las cosas sagradas y el equipo”.
Entonces Samuel tomó un frasco de aceite de oliva y lo derramó sobre la cabeza de Saúl, y lo besó diciendo: “El Señor te ha ungido como gobernante de su pueblo elegido.