Un hombre de Baal-Salisa se acercó al hombre de Dios con un saco de primicias, el primer grano del año, junto con veinte panes de cebada. “Dáselo a la gente para que coma”, dijo Eliseo.
En cuanto se difundió el mensaje, los israelitas dieron generosamente las primicias del grano, del vino nuevo, del aceite de oliva y de la miel, así como de todas las cosechas. Trajeron abundancia, el diezmo de todo.
Deben observar el Festival de los Panes sin Levadura como se los he instruído. Deben comer pan sin levadura durante siete días en el momento apropiado en el mes de Abib, porque ese fue el mes en que saliste de Egipto. Nadie puede venir delante mí sin traer una ofrenda.
“Y también observarán el Festival de las Cosechas cuando presenten las primicias de los productos de lo que hayan sembrado en los campos. Por último, deben observar el Festival de la Cosecha al final del año, cuando recojan la cosecha del resto de tus cultivos en el campo.
Pueden redimir el primogénito de un asnoa cambio de un cordero, pero si no lo hacen, deberán romperle el cuello. Todos tus primogénitos deben ser redimidos. Nadie debe presentarse ante mí sin una ofrenda.
“Porque allí, en mi monte sagrado, el monte alto de Israel, declara el Señor Dios, me adorarán todos los habitantes de todo el país de Israel. Allí los aceptaré y les pediré sus ofrendas y sus mejores regalos, junto con todos sus sacrificios sagrados.
“Cuando nace un toro, una oveja o una cabra, debe permanecer con su madre durante siete días. Después de ocho días puede ser aceptado como una ofrenda de comida al Señor.
¡Cuán miserable soy! Soy como quien siega en el verano, cuando ya ha pasado la cosecha de uvas. No encuentro uvas para comer, y ya no quedan de los higos que tanto me gustan.
Las primicias de todas las cosechas que produzcan en su tierra y que traigan al Señor son tuyas. Todos los miembros de tu familia que estén ceremonialmente limpios pueden comerlas.
Y no solo la creación, sino que nosotros también, quienes tenemos un anticipo del Espíritu, y clamamos por dentro mientras esperamos que Dios nos “adopte”, que realice la redención de nuestros cuerpos.
Debes separarte para darle al Señor tu Dios todos los primogénitos de tus rebaños y manadas. No debes hacer trabajar al primogénito de tu ganado, y no esquilar al primogénito de tus ovejas.