Establezcan un límite alrededor de la montaña y adviértanles: ‘Tengan cuidado y no intenten subir a la montaña, ¡ni siquiera la toquen! Porque cualquiera que toque la montaña seguramente morirá. No toquen a ninguna persona o animal que haya tocado la montaña.
Moisés explicó a Aarón: “Esto es lo que el Señor estaba hablando cuando dijo: ‘Mostraré mi santidad a los que se acerquen a mí; revelaré mi gloria para que todos la vean’”. Pero Aarón no respondió.
Desde los tiempos de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sigue estando bajo ataque y personas violentas están tratando de apoderarse de él a la fuerza.
Lo que fue escrito en la ley y los profetas permaneció hasta Juan. De ahí en adelante se está esparciendo la buena noticia del reino, y todos están ansiosos por entrar.
¿Qué sentido tiene la ley, entonces? Fue dada para mostrar lo que realmente es el mal, hasta que el Hijo vino a los que se les había hecho la promesa. La ley fue introducida por ángeles, por mano de un mediador.
Pero la Escritura nos dice que todos somos prisioneros del pecado. El único modo en que podemos recibir las promesas de Dios es por la fe en Jesucristo.
Así que deberíamos acercarnos confiados a Dios, en su trono de gracia, para recibir misericordia, y descubrir la gracia que nos ayuda cuando realmente la necesitamos.