Pero cuando Jesús vio lo que estaban haciendo, se molestó mucho y les dijo: “¡Dejen a los niños venir hacia mí! No se los impidan, porque el reino de los cielos pertenece a todos los que son como estos niños.
Jesús los miró con exasperación, muy molesto por la dureza de sus corazones. Entonces le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Y el hombre extendió su mano, y le fue sanada.
Vendan lo que tienen, y denle el dinero a los pobres. Tomen tesoros que no se agotan: tesoros en el cielo que nunca se acabarán, donde ningún ladrón puede robarlo, ni el moho puede destruirlo.