Dividiste el mar delante de ellos para que pudieran atravesarlo en seco. Pero arrojaste a sus perseguidores a las profundidades del mar, como piedras arrojadas a las aguas embravecidas.
Cuando los caballos, carros y jinetes del Faraón entraron en el mar, el Señor hizo que el agua se precipitara sobre ellos. Pero los israelitas caminaron por el mar en tierra seca.
El Señor dividirá el Golfo de Suez; agitará su mano sobre el río Éufrates creando un viento abrasador. Se dividirá en siete corrientes que la gente podrá cruzar fácilmente a pie.
Cuando camines por las aguas, yo estaré contigo; y cuando atravieses los ríos, no se desbordarán sobre ti. Cuando camines por el fuego, no te quemarás; las llamas no te prenderán.
¡Te has olvidado del Señor, tu Hacedor, que extendió los cielos y que puso los cimientos de la tierra! Por eso tiemblas de miedo todo el día, porque te amenaza la ira de los que te oprimen, queriendo destruirte. Pero, ¿dónde están ahora tus opresores y su ira?
El agua se amontonó mucho más arriba, en la ciudad de Adán, cerca de Zaretán, mientras que río abajo ya no fluía más agua hacia el Mar Muerto. De este modo el pueblo pudo cruzar el río, frente a Jericó.