Entonces la reina Ester, hija de Abihail, escribió una carta, junto con Mardoqueo el judío, dando en su carta plena autoridad a la carta de Mardoqueo sobre Purim.
(Ester era hija de Abihail, tío de Mardoqueo. Mardoqueo la había adoptado como su propia hija). Cuando le tocó a Ester ir a ver al rey, no pidió nada para llevar, excepto lo que le aconsejó Hegai. (Él era el eunuco del rey encargado de las mujeres). Y Ester fue vista con admiración por todos.
Por orden del rey, los mensajeros se apresuraron a seguir su camino. El decreto se emitió también en la fortaleza de Susa. El rey y Amán se sentaron a beber mientras la gente de la ciudad de Susa estaba muy turbada.
Escribió en nombre del rey Jerjes y las selló con el anillo del rey. Envió las cartas por medio de un mensajero a caballo, que montaba veloces caballos de pura sangre del rey.
Estos días debían ser recordados y celebrados por cada generación, familia, provincia y ciudad, para que estos días de Purim fueran siempre observados entre los judíos y no fueran olvidados por sus descendientes.