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Referencias Cruzadas
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Ester 8:14

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Por orden del rey, los mensajeros montados en los caballos de relevo del rey salieron a toda prisa. El decreto se emitió también en la fortaleza de Susa.

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13 Referencias Cruzadas  

También entregaban cebada y paja donde se necesitaban para los caballos de los carros y las carretas.

Así que los mensajeros fueron a todo Israel y Judá llevando cartas del rey y de sus funcionarios y con la autorización del rey. Decían: “Hijos de Israel, vuelvan al Señor, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, para que él los devuelva a ustedes, que han escapado de la opresión de los reyes de Asiria.

Este es el relato de Nehemías, hijo de Hacalías. En el mes de Quisleu, en el vigésimo año del reinado de Artajerjes, yo estaba en la fortaleza de Susa.

En ese momento el rey Jerjes gobernaba desde su trono real en la fortaleza de Susa.

Su Majestad debería poner oficiales a cargo en cada provincia de su imperio para reunir a todas las jóvenes hermosas y llevarlas al harén del rey en la fortaleza de Susa. Que las pongan bajo la supervisión de Hegai, el eunuco del rey encargado de las mujeres, y que les hagan tratamientos de belleza.

Se enviaron cartas por mensajero a todas las provincias del imperio del rey con órdenes de destruir, matar y aniquilar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, mujeres y niños, y confiscar sus posesiones, todo en un solo día: el día trece del duodécimo mes, el mes de Adar.

Una copia del decreto debía ser emitida como ley en cada provincia y publicitada al pueblo para que estuviera preparado para ese día.

Por orden del rey, los mensajeros se apresuraron a seguir su camino. El decreto se emitió también en la fortaleza de Susa. El rey y Amán se sentaron a beber mientras la gente de la ciudad de Susa estaba muy turbada.

Una copia del decreto debía emitirse como ley en cada provincia y darse a conocer al pueblo para que los judíos estuvieran listos en ese día para pagar a sus enemigos.

Entonces Mardoqueo salió del rey, vestido con ropas reales de azul y blanco, con una gran corona de oro y un manto de púrpura de lino fino. La ciudad de Susa gritó de alegría.

Todo lo que hagas, hazlo con todas tus fuerzas, porque cuando vayas a la tumba ya no habrá trabajo ni pensamiento, ni conocimiento ni sabiduría.

En mi visión miré a mi alrededor y vi que estaba en el castillo de Susa, en la provincia de Elam. En la visión me encontraba junto al río Ulai.

“¿Tienes aquí una lanza o una espada?” le preguntó David a Ahimelec. “No traje mi espada ni ninguna de mis armas, porque lo que el rey necesitaba que hiciera era urgente”.




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