Su Majestad debería darse cuenta de que si esta ciudad es reconstruida y sus murallas reparadas, no pagarán impuestos, tributos o tasas, y los ingresos del rey se verán afectados.
Ahora bien, como estamos al servicio del rey y no nos parece bien que se le falte al respeto a Su Majestad, le enviamos esta carta para que esté informado,
Ten en cuenta también que todos los sacerdotes, levitas, cantores, porteros, sirvientes del Templo u otros trabajadores de este Templo están exentos de pagar cualquier impuesto, tributo o tasa, y no estás autorizado a cobrarles.
“Si, por supuesto”, respondió Pedro. Cuando regresó donde estaban todos, Jesús se anticipó al hecho. “¿Qué piensas tu, Simón?” le preguntó Jesús. “¿Acaso los reyes de este mundo le cobran los impuestos a sus propios hijos o a los otros?”
Cuando Jesús se fue de allí, vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en su cabina de cobro de impuestos. Jesús lo llamó diciéndole “Sígueme”. Entonces él se levantó y siguió a Jesús.