Sin embargo, cada esposo debe amar a su propia esposa como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su esposo.
Betsabé se inclinó con el rostro hacia el suelo, honrando al rey, y dijo: “Que tu majestad el rey David viva para siempre”.
Cuando el decreto de Su Majestad sea proclamado en todo su vasto imperio, todas las esposas respetarán a sus maridos, sean de alta o baja cuna”.
Que el rey te desea por tu hermosura; respétalo, porque él es tu Señor.
Esposas, hagan lo que sus esposos les dicen, como lo harían si se los dijera el Señor.
Esposos, amen a sus esposas de la misma manera que Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella.
Esta es una verdad profunda oculta, pero hablo de Cristo y de la iglesia.
Ustedes, hombres casados, amen a sus esposas y no las traten mal.
Porque si respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinan, ¿cuánto más deberíamos estar sujetos a la disciplina de nuestro Padre espiritual, que nos conduce a la vida?