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Referencias Cruzadas
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Efesios 3:14

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Por eso me arrodillo ante el Padre

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16 Referencias Cruzadas  

Todavía me quedan siete mil en Israel, todos los que no han doblado sus rodillas para adorar y cuyas bocas no lo han besado”.

Cuando Salomón terminó de hacer todas estas oraciones y peticiones al Señor, se levantó ante el altar del Señor, donde había estado arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo.

Salomón había hecho una plataforma de bronce de cinco codos de largo, cinco de ancho y tres de alto. La había colocado en medio del patio, y estaba de pie sobre ella. Entonces se arrodilló ante toda la asamblea de Israel y extendió sus manos hacia el cielo.

A la hora del sacrificio vespertino, me levanté de donde había estado sentado, apesadumbrado, con mis ropas rasgadas, y me arrodillé y extendí mis manos al Señor, mi Dios.

Vengan, entremos y adoremos, arrodillémonos ante el Señor nuestro creador.

He jurado por mí mismo, he dicho lo que es justo y no me retractaré jamás. Todos se inclinarán ante mí; todos me reconocerán.

Cuando Daniel se enteró de que el decreto había sido firmado, se dirigió a su casa, a su habitación del piso superior, donde oraba tres veces al día, con las ventanas abiertas hacia Jerusalén. Allí se arrodilló, orando y agradeciendo a su Dios como siempre lo hacía.

Entonces los dejó allí y caminó cierta distancia como de un tiro de piedra, y allí se arrodilló y oró.

Y cuando terminó de hablar, se arrodilló y oró con todos ellos.

Cuando se acabó nuestro tiempo de estar allí, partimos y regresamos al barco para seguir nuestro viaje. Todos los creyentes, y las esposas e hijos, nos acompañaron al marcharnos de la ciudad. Allí en la playa nos arrodillamos y oramos, y nos despedimos.

Entonces se arrodilló, clamando: “¡Señor, por favor no les tengas en cuenta este pecado!” Y después de decir esto, murió.

Entonces Pedro les pidió que salieran de la habitación, y se arrodilló y oró. Entonces dio vuelta al cuerpo de Tabita y dijo: “Tabita, levántate”. Entonces ella abrió los ojos, y cuando vio a Pedro se sentó.

Alabado sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con todo lo que es espiritualmente bueno en el mundo celestial,

de quien todas las familias del cielo y de la tierra reciben su naturaleza y carácter,

para que en el nombre de Jesús todos se inclinen con respeto, ya sea en el cielo, en la tierra o debajo de la tierra,




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