Porque nos nacerá un niño, se nos dará un hijo. Él llevará la responsabilidad de gobernar. Se llamará Consejero maravilloso, Dios poderoso, Padre eterno, Príncipe de la paz.
Todos los que dependen del cumplimiento de la ley están bajo maldición, porque como dice la Escritura: “Maldito es todo aquél que no guarda cuidadosamente todo lo que está escrito en el libro de la ley”.
Es por él que funciona todo el cuerpo, y cada coyuntura lo mantiene unido, mientras que cada una de las partes cumple su debida función, y así crece todo el cuerpo, edificándose en amor.
Si murieron con Cristo a las exigencias religiosas en las que insiste este mundo, ¿por qué se sujetarían a tales exigencias como si aún fueran parte de este mundo?
En esta nueva situación no hay griego ni judío, no hay circuncisos o incircuncisos, extranjeros, bárbaros, esclavos o libres, pues Cristo es todo, y él vive en todos nosotros.
De modo que si las copias de lo que hay en el cielo necesitaban limpiarse de esta manera, las cosas que están en el cielo necesitaban limpiarse con mejores sacrificios.