Permítanme comenzar diciendo que agradezco a mi Dios por medio de Jesucristo por todos ustedes, porque en todo el mundo se habla acerca de la forma en que ustedes creen en Dios.
Esta carta proviene de Pablo, un apóstol de Cristo Jesús conforme a la voluntad de Dios, para los cristianos en Éfeso y para los que creen en Cristo Jesús.
Recordamos delante de nuestro Dios y Padre la manera como ustedes practican la fe en él, y cómo trabajan arduamente con amor, y que con paciencia guardan la esperanza de nuestro Señor Jesucristo.
Seguimos agradeciendo a Dios por ustedes, hermanos y hermanas, pues es lo menos que podemos hacer. Es lo que debemos hacer porque su fe en Dios está floreciendo, y el amor que todos ustedes tienen unos por otros aumenta cada vez más.
La razón por la que insisto en esto es para que podamos tener el amor que nace de un corazón puro, de una conciencia limpia y de la fe sincera en Dios.
Dios no hubiera sido injusto como para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que le han demostrado mediante el cuidado que han brindado a los hermanos creyentes, lo cual es algo que todavía siguen haciendo.
Si alguno de ustedes vive cómodamente en este mundo, y ve a su hermano o hermana en Cristo padeciendo necesidad, pero no tiene compasión, ¿cómo podemos decir que el amor vive en ustedes?