Es mejor escuchar la crítica de un sabio que la canción de los necios.
Deja que sea una persona buena la que me castigue con amor y que me corrija. Sería como una unción, y no me negaré a ello. Pero aún así oraré por los que hacen el mal.
Las personas sentadas en las puertas de la cuidad inventan rumores sobre mi. Soy el objeto de burla de las canciones que cantan los borrachos.
Si rechazas las palabras de consejo, pagaras por ello; pero si respetas el consejo que te dan, serás recompensado.
La pobreza y la desgracia can sobre aquellos que carecen de instrucción; pero los que aceptan la corrección serán honrados.
Duele más un solo reproche al que es inteligente, que cien golpes a un tonto.
La crítica constructiva de los sabios a quien escucha el consejo, es como un anillo de oro y un collar de oro fino.
Los comentarios honestos de un amigo pueden herirte, pero el beso de un enemigo es mucho peor.
Porque la instrucción es como una lámpara, y la enseñanza es como la luz. La corrección que surge de la disciplina es el camino a la vida.
Por lo tanto, no discutas con los burladores, pues solo te odiarán; discute con el sabio y te amará.
Las palabras de los sabios son como arreadores para el ganado. Sus dichos recopilados son como clavos bien puestos por un pastor.
Los sabios piensan en el impacto de la muerte, mientras que los necios sólo piensan en divertirse.
Es mejor escuchar las palabras tranquilas de un sabio que los gritos de un gobernante de insensatos.
“Yo corrijo y disciplino a los que amo. Así que sé sincero y arrepiéntete.