Absalón les dio órdenes a sus hombres, diciendo: “¡Atención! Cuando Amnón se sienta contento por haber bebido vino y yo les diga: ‘¡Ataquen a Amnón!’, entonces mátenlo. No tengan miedo. Yo mismo se los orderno. Sean fuertes y valientes”.
Pero mientras se despiertan sus pasiones, les serviré un banquete y los embriagaré. Celebrarán tanto que se desmayarán y no despertarán jamás, declara el Señor.
Embriagaré a sus dirigentes y sabios, así como a sus comandantes, oficiales y soldados. Entonces se desmayarán y no despertarán jamás, declara el Rey, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso.
Ellos se enredan como los que quedan atrapados en medio de arbustos con espinas; como borrachos que han bebido y se han embriagado. Serán quemados por completo como la paja seca.
Cuando Abigail volvió a casa de Nabal, éste estaba en la casa, de fiesta como un rey. Se sentía muy alegre y estaba muy borracho. Así que ella no le dijo nada hasta la mañana.
Entonces llevó a David hasta donde los amalecitas, quienes estaban esparcidos por todo el lugar, comiendo, bebiendo y bailando debido al gran botín que habían tomado de las tierras de los filisteos y de Judá.