La gente que ama el dinero nunca tiene suficiente dinero; los que aman la riqueza nunca tienen suficientes ingresos. Esto también es muy temporal y tiene poco sentido.
Un hombre podría tener cien hijos, y envejecer, pero no importaría lo larga que fuera su vida si no pudiera disfrutarla y al final recibir un entierro decente. Yo diría que un niño nacido muerto estaría mejor que él.
“Por eso les digo que no se preocupen por sus vidas. No se preocupen por lo que van a comer, o por lo que van a beber, o por la ropa con la que van a vestir. ¿Acaso no es la vida más importante que la comida, y el cuerpo más que la ropa?
No se preocupen por la comida que perece, sino concéntrense en la comida que permanece, la de la vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre, porque Dios el Padre ha colocado su sello de aprobación en él”.