Pero yo observé que lo bueno y lo correcto es comer, beber y hallar placer en el trabajo que Dios nos da aquí en esta vida. Este es el regalo de Dios para nosotros.
¡Jóvenes, disfruten de su juventud! ¡Sean felices con lo que es bueno! Mientras sean jóvenes, dejen que su mente guíe su vida, y hagan lo que mejor les parezca. Pero recuerden que Dios los juzgará por todos sus pensamientos y acciones.
No me detuve en probar todo lo que quería. Todo lo que me apetecía disfrutar, lo hacía. Incluso disfruté de todo lo que había logrado, como recompensa por todo mi trabajo.
Entonces usé mi mente para examinar la atracción del vino en mi cuerpo. Como mente aún me guiaba con sabiduría, lo tomé hasta que actué como un insensato, para ver si esto era bueno para la gente durante su tiempo aquí.
Así que llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que la gente disfrute de su trabajo. Esto es lo que debemos hacer. Porque ¿quién puede resucitar a alguien de entre los muertos para mostrarle lo que sucederá después de su muerte?
Dios le da riqueza, posesiones y honor a alguien. Ellos tienen todo lo que quieren. Pero Dios no les permite disfrutar de lo que tienen. En su lugar, ¡otro lo hace! Esto es difícil de entender, y es verdaderamente cruel.
Así que recomiendo disfrutar de la vida. No hay nada mejor para nosotros aquí en la tierra que comer y beber y ser felices. Tal actitud nos acompañará mientras trabajamos y mientras vivimos la vida que Dios nos da aquí en la tierra.
Sino que deben comerlos en presencia del Señor su Dios en el lugar que el Señor tu Dios elija: ustedes, sus hijos e hijas, sus esclavos y esclavas y los levitas que viven en sus ciudades. Celebren en presencia del Señor su Dios en todo lo que hagan,
Allí es donde, en presencia del Señor tu Dios, ustedes y sus familias comerán y celebrarán todo aquello por lo que han trabajado, porque el Señor su Dios los ha bendecido.
Advierte a los que son ricos en el mundo presente para que no se vuelvan orgullosos. Diles que no pongan su fe en la riqueza que es tan efímera, sino en Dios, quien nos da gratuitamente todo para nuestro deleite.