miel, cuajada, ovejas y queso de leche de vaca para que David y el pueblo que lo acompañaba comieran. Porque decían: “El pueblo está hambriento, cansado y sediento por su travesía por el desierto”.
Por la mañana, siembra tu semilla. Por la tarde, no te detengas. Porque no hay manera de saber qué cosecha crecerá bien: una puede ser rentable, o la otra, o tal vez ambas.
Dios no hubiera sido injusto como para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que le han demostrado mediante el cuidado que han brindado a los hermanos creyentes, lo cual es algo que todavía siguen haciendo.