No hables mal del rey, ni siquiera en tus pensamientos. No hables mal de los dirigentes, incluso en la intimidad de tu habitación. Un pájaro puede oír lo que dices y salir volando para contarles.
“No es ninguno de nosotros, mi señor el rey”, respondió uno de sus oficiales. “Es Eliseo, el profeta que vive en Israel; él le dice al rey de Israel hasta lo que tú dices en tu habitación”.
Saldrán en enjambre del Nilo, y entrarán en tu palacio y se meterán en tu dormitorio y saltarán a tu cama. Entrarán en las casas de tus funcionarios y saltarán alrededor de tu gente, incluso en tus hornos y tazones de pan.
Marta estaba preocupada por todas las cosas que debían hacerse para preparar la comida, así que vino donde Jesús y le dijo: “Maestro, ¿no te preocupa que mi hermana me ha dejado haciendo todo el trabajo a mí sola? ¡Dile que venga y me ayude!”