Los habitantes del paísson fuertes y altos; son los descendientes de Anac. Todos ustedes los conocen y han oído el dicho: “¿Quién podría derrotar a los hijos de Anac?”
Observé cómo el carnero embestía hacia el oeste, el norte y el sur. Ningún animal podía enfrentarse a él, ni había posibilidad alguna de librarse de su poder. Hacía lo que quería y se hizo poderoso.
Sin embargo, yo exterminé a los amorreos delante de ustedes, aunque eran tan grandes como los cedros y tan fuertes como los robles. Los destruí desde la raíz y así mismo su tallo.
Atravesaron el Néguev y llegaron a Hebrón donde vivían Ahiman, Seshai y Talmai, los descendientes de Anac. Esta ciudad fue construida siete años antes que la ciudad egipcia de Zoán.
Incluso vimos gigantes allí, ¡son descendientes del gigante Anac! Comparados con ellos pareceríamos saltamontes, ¡y así debimos parecerles a ellos también!”
¿Adónde vamos? Nuestros hermanos nos aterrorizaron porque nos dijeron: ‘La gente es más grande y alta que nosotros; los pueblos son grandes, con altos muros que llegan hasta el cielo. ¡Hasta vimos a los descendientes del gigante Anac allí!’”
Eran un pueblo fuerte y numeroso, tan alto como los descendientes de Anac. Pero el Señor los destruyó cuando los amonitas los invadieron y los expulsaron y se establecieron allí,
Durante este tiempo Josué también aniquiló a los descendientes de Anaki que vivían en la región montañosa de Hebrón, Debir y Anab, y toda la región montañosa de Judá e Israel. Josué apartó y destruyó completamente sus ciudades,