Mira, me pararé a tu lado junto a la roca en Horeb. Cuando golpees la roca, el agua se derramará para que la gente beba”. Así que Moisés hizo esto mientras los ancianos de Israel observaban.
Moisés era un pastor que cuidaba el rebaño de Jetro, su suegro, el sacerdote de Madián. Condujo el rebaño lejos en el desierto hasta que llegó al monte de Dios, el monte Horeb.
Fueron a ver a Moisés y Aarón, y todos los israelitas se reunieron allí en su campamento en Cades, en el desierto de Parán. Dieron un informe ante todos y les mostraron los frutos que habían traído del país.
Siguiendo las órdenes del Señor nuestro Dios, dejamos Horeb y nos dirigimos hacia la colina de los amorreos, pasando por todo el gran y aterrador desierto que ustedes mismos han experimentado. Cuando llegamos a Cades-barnea,
Entonces los amorreos que vivían allí en las colinas vinieron y los atacaron. Los persiguieron como un enjambre de abejas, matándolos desde Seir hasta Horma.
Luego dimos la Vuelta y regresamos por el desierto de camino hacia el Mar Roo, tal como el Señor me lo había dicho, y anduvimos por mucho tiempo de un lugar a otro en la región del Monte de Seír.
y dale estas órdenes al pueblo: Pasarán por el territorio de sus parientes, los descendientes de Esaú, que viven en Seir. Ellos tendrán miedo de ustedes, así que deben tener mucho cuidado.
Así que pasamos por la tierra de nuestros parientes, los descendientes de Esaú, que viven en Seir. No tomamos el camino de la Arabá desde Elath y Ezion-geber. En su lugar usamos el camino que atraviesa el desierto de Moab.
Cuando el Señor los hizo salir de Cades-barnea, les dijo: “Vayan y tomen el país que les he dado”. Pero ustedes desafiaron la orden del Señor su Dios. No le creyeron y no le obedecieron.
Los líderes de la tribu de Judá se acercaron a Josué en Gilgal, y Caleb, hijo de Jefone el cenecista, le dijo: “Recuerdas lo que el Señor le dijo a Moisés, el siervo de Dios, en Cades-barnea acerca de mí y de ti.