El Señor los guiará siempre; les dará todo lo que necesitan en una tierra desolada; los hará fuertes de nuevo. Serán como un jardín bien regado, como un manantial que nunca se seca.
Señor, tú eres la esperanza de Israel, cualquiera que te abandone será deshonrado. Cualquiera que te dé la espalda se desvanecerá como nombres escritos en el polvo, porque ha abandonado al Señor, la fuente de agua viva.
Porque mi pueblo ha hecho dos cosas malas. Me han abandonado a mí, la fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas: cisternas rotas que no pueden retener el agua.
Ese día saldrá agua viva de Jerusalén, y la mitad irá al Este, hacia el Mar Muerto, y la mitad irá al Oeste, al mar Mediterráneo, fluyendo en verano e invierno por igual.
Jesús le respondió: “Si tan solo reconocieras el don de Dios y a quien te está pidiendo ‘dame de beber,’ tú le habrías pedido a él y él te habría dado el agua de vida”.
Pero los que beban del agua que yo doy, no volverán a tener sed de nuevo. El agua que yo doy se convierte en una fuente de agua rebosante dentro de ellos, dándoles vida eterna”.