Ellos cantaban un cántico nuevo: “Tú eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, pues tú fuiste inmolado y con tu sangre redimiste para Dios gentes de toda tribu, lengua, pueblo y nación.
Y cuando abrió el tercer sello, escuché a la tercera criatura viviente decir: “¡Ven!” Entonces miré y vi un caballo negro. El que lo cabalgaba sostenía una balanza en su mano.
Cuando abrió el quito sello, vi debajo del altar a los que habían sido llevadas a muerte por causa de su dedicación a la palabra de Dios y su fiel testimonio.