Pero los que beban del agua que yo doy, no volverán a tener sed de nuevo. El agua que yo doy se convierte en una fuente de agua rebosante dentro de ellos, dándoles vida eterna”.
Entonces me dijo: “¡Todo está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. A todo el que tenga sed le daré gratuitamente agua de la fuente de agua de vida.
Jesús le respondió: “Si tan solo reconocieras el don de Dios y a quien te está pidiendo ‘dame de beber,’ tú le habrías pedido a él y él te habría dado el agua de vida”.
Uno de los siete ángeles que tenía las siete copas con las siete plagas, vino y me habló. Me dijo: “Ven conmigo. Te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero”.
La gente vendrá y dirá: “Subamos al monte del Señor, al Templo del Dios de Jacob. Allí Dios nos enseñará sus caminos y seguiremos sus indicaciones. Las enseñanzas de Dios se extenderán desde Sión, y su palabra desde Jerusalén”.
“Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para darte este testimonio que debes compartir con las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la estrella brillante de la mañana”.
Si tienen oídos, oigan lo que el Espíritu le dice a las iglesias. A los que sean victoriosos yo les daré el privilegio de comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios.
Preguntarán por el camino de Sión y se pondrán en marcha en esa dirección. Llegarán y se comprometerán con el Señor en un acuerdo eterno que no se olvidará jamás.
Muchas naciones dirán: “Subamos a la cima del monte del Señor, al Templo del Dios de Jacob. Allí Dios nos enseñará sus caminos y seguiremos sus enseñanzas”. Las enseñanzas de Dios se esparcirán desde Sión y su palabra desde Jerusalén.
El hombre me llevó de vuelta a la entrada del Templo. Vi que el agua salía de debajo del umbral del Templo y fluía hacia el este (porque el Templo estaba orientado hacia el este). El agua salía de debajo del lado sur del Templo y corría al sur del altar.
Entonces oí una voz que procedía del cielo, que me decía: “¡Escribe esto! Benditos son los que mueren en el Señor a partir de ahora. Sí, dice el Espíritu, porque ahora ellos pueden descansar de sus aflicciones. Y lo que han logrado hablará por ellos”.