(Sólo Og, rey de Basán, quedó de la raza de los Refaim. Tenía una cama de hierro de nueve codos de largo y cuatro de ancho. Todavía está en la ciudad amonita de Rabá).
Aquí se requiere sabiduría. Y todo el que tenga entendimiento debe calcular el número de la bestia, pues es el número de un hombre. Y su número es 666.
Y cantaban un cántico nuevo frente al trono, así como de las cuatro criaturas vivientes y los ancianos. Y nadie más conocía el cántico, excepto los 144:000, los que habían sido redimidos de la tierra.
La ciudad era cuadrada. La longitud era la misma que la anchura. Midió la ciudad con una vara, y era de 12:000 estadios. La longitud, la anchura y la altura, eran iguales.
Uno de los siete ángeles que tenía las siete copas con las siete plagas, vino y me habló. Me dijo: “Ven conmigo. Te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero”.
Y se me dijo el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil. Los que fueron sellados provenían de cada una de las tribus de los hijos de Israel: