Y vi que el cielo se abrió. Y había allí un caballo blanco. El que lo cabalgaba se llamaba Fiel y Verdadero. Él es justo en su juicio, y es recto al hacer la guerra.
De hecho, que todo lo que esté ante el Señor cante alabanzas, porque él viene, viene a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con rectitud, y a las naciones con su verdad.
y tiene poder real. Tú amas la justicias; tomas decisiones imparciales. Te has asegurado que todo esté hecho con rectitud y de acuerdo a lo que está bien.
Discutan esto juntos, y luego hablen, presenten su caso. ¿Quién predijo esto hace tiempo? ¿Quién dijo lo que pasaría en el futuro en el pasado? ¿No fui yo, el Señor? No hay otro Dios aparte de mí, no hay otro Dios que haga lo correcto y que salve. No hay otro Dios sino yo.
Por la noche vi a un hombre sentado en un caballo rojo que se paró en medio de unos mirtos en un valle angosto. Detrás de él había caballos rojos, marrones y blancos, con sus jinetes.
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el gobernante de los reyes de la tierra. A Jesús, quien nos ama y nos libertó de nuestros pecados por medio de su sangre,
Entonces se abrió el Templo de Dios en el cielo, y el arca del pacto se podía ver dentro de su Templo. Y hubo rayos y relámpagos, truenos, un terremoto y una granizada.
“Escribe esto al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto es lo que dice el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David. Él puede abrir y nadie puede cerrar; él puede cerrar y nadie puede abrir:
Después de esto vi una puerta que se había abierto en el cielo. Y la voz que yo había escuchado antes, la que sonaba como una trompeta, me dijo: “Sube aquí, y te mostraré lo que ocurrirá después”.
Entonces miré y vi un caballo blanco. El que lo cabalgaba sostenía un arco. A él se le dio una corona, y se fue cabalgando, conquistando y ganando victoria.