Y el humo de su angustia asciende por siempre y para siempre. Los que adoran a la bestia y reciben la marca de su nombre no tienen descanso ni de día ni de noche”.
Los pecadores que viven en Sión tiemblan de miedo; los insensatos están aterrorizados. Preguntan: “¿Quién puede vivir con este fuego que lo consume todo? ¿Quién puede vivir entre este fuego eterno?”
El fuego arderá de día y de noche, y no se apagará nunca; su humo se elevará para siempre. De una generación a otra permanecerá desolada; la gente no volverá a ir allí.
No encontrarán ningún lugar para descansar entre esas naciones, ningún lugar propio. El Señor los pondrá ansiosos, con la vista fallida y la mente llena de desesperación.
Entonces el segundo ángel hizo sonar su trompeta, y desde el cielo se oyeron voces gritando, y decían “El reino del mundo se han convertido en el reino de nuestro Señor, y de Cristo, y él reinará por siempre y para siempre”.
E impuso la misma autoridad que la bestia, en su nombre, e hizo que la tierra y los que viven en ella adoraran a la primera bestia, cuya herida mortal había sanado.
Y se le permitió infundir aliento de vida en la imagen de la bestia para que pudiera hablar, y daba órdenes de mandar a matar a todo aquél que no le adorara.
Los reyes de la tierra que habían cometido adulterio con ella y consintieron sus lujos, llorarán y se lamentarán por ella cuando vean el humo del fuego que la destruye.
Entonces el diablo, que los había engañado, fue lanzado en un lago de fuego y azufre, donde habían sido lanzados la bestia y el falso profeta, y sufrirán con agonía día y noche, por siempre y para siempre.
Y no habrá más noche, y no habrá necesidad de luz de una lámpara, o de la luz del sol, porque el Señor Dios les dará la luz. Y reinarán por siempre y para siempre.