Se extienden sobre cualquier altar, vestidos con ropa tomada de sus deudores como pago, en el templo de su dios beben vino arrebatado de las personas a quienes multaron.
Explota a los pobres y a los necesitados. Roba a otros, y no devuelve lo que un deudor le ha dado como garantía. Adora a los ídolos. Comete pecados repugnantes.
No claman a mi con sinceridad en sus corazones, sino que mienten mientras se lamentan en sus camas. Se reúnen y se laceran para obtener grano y vino nuevo, pero se alejan de mi.
Escuchen este mensaje, vacas de Basán que habitan en el Monte de Samaria, que oprimen a los pobres y a los necesitados, y dan órdenes a sus esposos, diciéndoles: “¡tráigannos bebidas!”
¡Grande es el desastre que vendrá para ustedes los que se recuestan en camas decoradas con marfil, y descansan en cómodos sillones, comiendo cordero de sus propios rebaños y becerros engordados en sus establos!
No pueden beber la copa del Señor y también la copa de los demonios; así como no pueden comer en la mesa del Señor y también en la mesa de los demonios.
No deben adorar ídolos, como algunos de ellos lo hicieron, tal como se registra en la Escritura: “El pueblo festejó y bebió, y se gozaron en culto pagano”.
Si otro creyente te ve a ti, que tienes un “mejor conocimiento”, comiendo alimentos en un templo donde hay ídolos, ¿no se convencerá, esta débil conciencia, de comer alimentos sacrificados a ídolos?
En la época de la cosecha salieron al campo, recogieron las uvas de sus viñedos y las pisaron. Lo celebraron haciendo una fiesta en el templo de su dios, donde comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.