Mientras Absalón ofrecía sacrificios, mandó llamar a Ahitofel el gilonita, consejero de David, pidiéndole que viniera desde Gilo, la ciudad donde vivía. La conspiración se hizo más fuerte, y los seguidores de Absalón seguían aumentando.
Cuando David llegó a la cima del monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, le salió al encuentro Husai, el arquita, con el manto roto y con polvo en la cabeza.