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Referencias Cruzadas
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2 Reyes 9:32

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Jehú miró hacia la ventana y gritó: “¿Quién está de mi lado? ¿Alguien?” Dos o tres eunucos lo miraron.

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13 Referencias Cruzadas  

Cuando Jehú entró por la puerta, ella gritó: “¿Vienes en son de paz? ¿O eres como Zimri, un asesino de tu señor?”

“¡Tírenla al suelo!”, gritó. Y ellos la arrojaron al suelo. Su sangre salpicó la pared y los caballos, que la pisotearon.

Vas a destruir a la familia de Acab, tu señor. Vengarás la sangre de mis profetas y la de todos los siervos del Señor asesinados por Jezabel.

Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, el líder de los Treinta. “¡Somos tuyos, David, y estamos contigo, hijo de Isaí! Que la paz, la prosperidad y el éxito sean tuyos y de los que te ayuden, porque Dios es el que te ayuda”. Así que David les permitió unirse a él, y los puso al frente de su ejército.

Almacenó escudos y lanzas en todas las ciudades y las hizo muy fuertes. Así mantuvo a Judá y a Benjamín bajo su dominio.

El séptimo día del banquete, el rey, sintiéndose feliz por haber bebido vino, ordenó a los siete eunucos que eran sus asistentes, Mehumán, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas,

(Ester era hija de Abihail, tío de Mardoqueo. Mardoqueo la había adoptado como su propia hija). Cuando le tocó a Ester ir a ver al rey, no pidió nada para llevar, excepto lo que le aconsejó Hegai. (Él era el eunuco del rey encargado de las mujeres). Y Ester fue vista con admiración por todos.

En ese momento, mientras Mardoqueo hacía su trabajo en la puerta del palacio, Bigtán y Teres, dos eunucos que custodiaban la entrada a las habitaciones del rey, se enfurecieron con el rey Jerjes y buscaron la manera de asesinarlo.

El Señor está conmigo, así que no tengo nada que temer. Nadie podrá herirme.

¿Quién vino en mi defensa contra los malvados; quién se opuso por mí contra los que hacen el mal?

Así que fue y se paró a la entrada del campamento, y gritó: “¡Quien esté del lado del Señor, que venga y se una a mí!” Y todos los levitas se reunieron a su alrededor.

Ahora Herodes estaba furioso con el pueblo de Tiro y Sidón. Entonces enviaron una delegación para verlo y lograron ganarse el favor de Blasto, el asistente personal del rey, para que los ayudara. Ellos suplicaban paz a Herodes porque dependían del territorio del rey para conseguir el alimento.




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