Entonces Absalón envió a sus cómplices de entre todas las tribus de Israel, diciendo: “Cuando oigan el sonido del cuerno de carnero, griten: ‘¡Absalón es rey en Hebrón!’”
Pues hoy ha ido a sacrificar muchas reses, terneros cebados y ovejas, y ha invitado a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote Abiatar. En este momento están comiendo y bebiendo con él, gritando: ‘¡Viva el rey Adonías!’
El sacerdote Sadoc tomó el cuerno que contenía aceite de oliva de la Tienda y ungió a Salomón. Luego tocaron la trompeta, y todo el pueblo gritó: “¡Viva el rey Salomón!”.
Entonces Joyadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y le entregó un ejemplar de la Ley de Dios. Lo proclamaron rey y lo ungieron. El pueblo aplaudió y gritó: “¡Viva el rey!”.
Vio al rey de pie junto a su columna, como era costumbre. Los comandantes y los trompetistas estaban con el rey, y todos celebraban y tocaban las trompetas. Atalía se rasgó las vestiduras y gritó: “¡Traición! Traición!”
“¡Mentiroso!”, le dijeron. “Por favor, dinos qué pasa”. “Bueno, me habló de esto y de lo otro, y me dijo: ‘Esto es lo que dice el Señor: te unjo como rey sobre Israel’”.