Mientras el ejército descendió sobre él, Eliseo rogó al Señor: “Por favor, hiere a esta gente con ceguera”. Así que los golpeó con ceguera, como Eliseo había pedido.
Entonces hicieron que todos los hombres que estaban en la entrada de la casa, jóvenes y adultos, quedasen ciegos, así que no podían encontrar la puerta.
Entonces Eliseo fue y les dijo: “Este no es el camino correcto, y este no es el pueblo correcto. Síganme, y los llevaré hasta el hombre que buscan”. Los condujo a Samaria.
Ese día haré que los caballos se atemoricen y que los jinetes se vuelvan locos, declara el Señor, pero yo cuidaré del pueblo de Judá mientas dejo ciegos a los caballos de sus enemigos.
“Él cegó sus ojos, y oscureció sus mentes a fin de que sus ojos no vieran, y sus mentes no pensaran, y no se volvieran a mí—porque si lo hacían, yo los sanaría”.
Mira, la mano del Señor está sobre ti y quedarás ciego. Y no verás el sol por un tiempo”. De inmediato, sobre él cayó neblina y oscuridad, y tuvo que encontrar a alguien que pudiera llevarlo de la mano.
¿Qué concluiremos, entonces? Que el pueblo de Israel no logró aquello por lo que estaba luchando. Solo los escogidos, mientras que el resto endureció su corazón.