“Puedes ir”, dijo el rey de Aram, “y enviaré una carta contigo al rey de Israel”. Así que Naamán partió. Llevó consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez conjuntos de ropa.
Y se dijeron unos a otros: “Vengan, juntemos ladrillos y cocinémoslos con fuego”. (Ellos usaron ladrillo en lugar de piedra, y alquitrán en lugar de cemento).
El rey de Israel había dicho a sus oficiales: “¿No se dan cuenta de que Ramot de Galaad nos pertenece realmente y sin embargo no hemos hecho nada para recuperarla del rey de Aram?”
Un hombre de Baal-Salisa se acercó al hombre de Dios con un saco de primicias, el primer grano del año, junto con veinte panes de cebada. “Dáselo a la gente para que coma”, dijo Eliseo.
Entonces los líderes moabitas y madianitas partieron, llevándose el pago de la adivinación con ellos. Cuando llegaron, le dieron a Balaam el mensaje de Balac.
“Dejen que les diga un acertijo”, les dijo Sansón. “Si pueden encontrar su significado y explicármelo durante los siete días de la fiesta, yo les daré treinta mantos de lino y treinta mudas de ropa.