“Luego entra, cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos, y comienza a verter aceite de oliva en todas estas tinajas, colocando las tinajas llenas a un lado”.
Pero Naamán se enfadó y se marchó, diciendo: “Esperaba que al menos saliera, se quedara allí e invocara el nombre del Señor, su Dios, y agitara su mano sobre donde está mi lepra y la sanara.
Cuando entraron en Samaria, Eliseo oró: “Señor, abre los ojos de estos hombres para que puedan ver”. El Señor les abrió los ojos, y ellos miraron a su alrededor y vieron que estaban en Samaria.
Pero ustedes, cuando oren, entren a su casa y cierren la puerta, y oren a su Padre en privado, y su Padre que ve lo que ocurre en privado, los recompensará.
Entonces Pedro les pidió que salieran de la habitación, y se arrodilló y oró. Entonces dio vuelta al cuerpo de Tabita y dijo: “Tabita, levántate”. Entonces ella abrió los ojos, y cuando vio a Pedro se sentó.