El Señor habló contra Judá para desterrarlos de su presencia a causa de todos los pecados que Manasés había cometido y de la gente inocente que había matado,
así que el Señor terminó por expulsarlos de su presencia, tal como había dicho que lo haría a través de todos sus siervos, los profetas. Así que los israelitas fueron deportados de su tierra y llevados a Asiria, donde se encuentran hasta hoy.
Además, Manasés asesinó a tantos inocentes que Jerusalén se llenó de un lado a otro con su sangre. Esto se sumaba al pecado que había hecho cometer a Judá, haciendo el mal a los ojos del Señor.
Todo esto sucedió en Jerusalén y en Judá, a causa de la ira del Señor, hasta que finalmente los desterró de su presencia. Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.
Aunque el ejército arameo había llegado con pocos hombres, el Señor les dio la victoria sobre un ejército muy numeroso, porque Judá había abandonado al Señor, el Dios de sus antepasados. De esta manera castigaron a Joás.
Pero mientras él seguía hablando, el rey le dijo: “¿Te hemos hecho consejero del rey? ¡Detente ahora mismo! ¿Quieres que te derriben?” Entonces el profeta se detuvo, pero dijo: “Sé que Dios ha decidido destruirte, porque has actuado así y te has negado a escuchar mis consejos”.
No debes inclinarte ante ellos ni adorarlos, porque yo soy el Señor tu Dios y soy celosamente exclusivo. Yo pongo las consecuencias del pecado de los que me odian sobre sus hijos, sus nietos y sus bisnietos;
y diles que esto es lo que dice el Señor Dios: Ustedes son una ciudad que ha provocado su propia perdición al asesinar a la gente dentro de sus muros, y al hacer ídolos para adorar que los hicieron inmundos.
“Esto es lo que dice el Señor: ¡Viene el desastre a la ciudad de que ha derramado tanta sangre! Está simbolizado por la olla oxidada, cuyo óxido no se puede limpiar. Saca la carne poco a poco, tal como viene; no elijas qué trozo.
De la misma manera que quiso hacerlos prósperos y aumentar su número, ahora los aniquilará y los destruirá. Serán desarraigado del país que van a poseer.
Pero de la misma manera que recibiste todas las cosas buenas que el Señor, tu Dios, te prometió, el Señor traerá sobre ti todas las cosas malas con las que te ha amenazado, hasta que seas completamente eliminado de esta buena tierra que el Señor, tu Dios, te ha dado.